Competencias

Por: Oswualdo Antonio González

En discusiones con directores de escuela, supervisores y jefes de sector, el tema recurrente es ¿cómo evaluar las competencias?. Antes de entrar a este tema nos detendremos intentando caracterizar el marco justificatorio que ha seguido la Reforma Integral de la Educación Básica, para ello utilizaremos cinco categorías de análisis: enseñanza, aprendizaje, evaluación, tipo de ciudadano y modelo de directivo.

Antes de empezar, es importante puntualizar que los modelos teóricos no se aplican de manera “textual” en las prácticas educativas de maestros y directivos, se recurre a ellos como una herramienta analítica de acercamiento a las realidades.

La primera categoría que nos ayudará a caracterizar los argumentos para justificar el cambio hacia el actual modelo pedagógico centrado en competencias, es el de enseñanza. Según Freire, en el conductismo la enseñanza se concebía como un proceso de transmisión de información; en el constructivismo, en oposición, se le planteaba como un medio para “construir” un ambiente donde los alumnos fueran los responsables de su propio aprendizaje; en el actual enfoque centrado en competencias se concibe a la enseñanza como el factor central para lograr que los alumnos alcancen los aprendizajes esperados. Así, una crítica implícita al constructivismo, es que el maestro no puede dejar en el alumno la responsabilidad de su aprendizaje, el maestro no debe ser el coordinador, el guía, el facilitador, el organizador, debe ser el “maestro”, el que enseña, el responsable de que los alumnos independientemente de sus “estilos de aprendizaje” demuestren que “saben”.

Respecto de la categoría aprendizaje, en el conductismo el alumno, según los constructivistas, tenía un rol pasivo; en el constructivismo por el contrario, se remarcó, era activo, avanzaba a su propio ritmo, cuestión explicada por la categoría de “zonas de desarrollo próximo”, los “andamiajes” y el proceso de “asimilación-acomodación-equilibrio-desequilibrio”; en el enfoque centrado en competencias el aprendizaje es el espacio donde el alumno pone en “práctica” los conocimientos, la comprensión y la capacidad de aplicación en unidades de acción denominadas “proyectos”.

Es en la evaluación donde se encuentran los argumentos más sólidos para justificar el cambio de modelo educativo. En el conductismo la evaluación era “objetiva”, se buscaba que el alumno fuera capaz de demostrar que tenía conocimientos mediante un “examen escrito”. En el constructivismo, la evaluación fue su “talón de Aquiles”, se cambio el discurso pero en la realidad se seguía evaluando igual que en el conductismo, a lo más que se llego fue a documentar el proceso a través de portafolios de evidencias, el problema fue cuando al proceso se le tenía que dar una valoración numérica. En el modelo centrado en competencias, la evaluación es su “fuerte”, primero parte del hecho que el alumno debe demostrar “que sabe lo que se espera que sepa en el grado en el que se encuentra” y plantea que debe ser capaz de “conocer, comprender y aplicar” (habilidades básicas de pensamiento). El marco de referencia de lo que debe saber el alumno, son los denominados aprendizajes esperados, los cuales son de carácter nacional, por tanto los contextos dejan de ser justificación para el no “aprendizaje” y se bosqueja una evaluación estandarizada a nivel nacional, una muestra de ello es ENLACE. La pregunta es hasta donde llevarán los “reformadores” el modelo de evaluación por competencias, ya que lo que se bosqueja como tendencia es que la evaluación nacional (ENLACE), se constituya en la evidencia para “pasar de grado a los alumnos” (por tanto se aplique a finales del mes de mayo) y se sustituyan las calificaciones de 5, 6, 7, 8, 9 y 10 por niveles de competencia tal como lo hace ya ENLACE, dejando de lado así, la agrupación de grupos por edades.

En la próxima entrega analizaremos las dos últimas categorías que justifican el cambio de modelo: tipo de ciudadano que se busca formar y el modelo de directivo al que se aspira.