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lunes, 16 de noviembre de 2009

Relevo y plagio en la UAM

04-Nov-2009

Los doctores Adrián de Garay, ex rector de la Unidad Azcapotzalco, y Tomás Viveros, ex director de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la de Iztapalapa, a pesar de ser candidatos de peso, recurrieron al plagio para diseñar sus líneas de trabajo.

Por costumbre evito comentar los sucesos de la Universidad Autónoma Metropolitana, mi Casa Abierta al Tiempo. Pienso que cuando lo hago es como mirar en el espejo y a veces no me gusta la imagen que se refleja. Por ejemplo, hoy.

Había decidido describir el método para relevar al rector general de la UAM, que se dará este mes. Pensaba mencionar la convocatoria de la H. Junta Directiva, ofrecer un panorama de las sucesiones en su corta vida (35 años) y concluir con un apoyo abierto al rector de mi campus, Cuauhtémoc Pérez Llanas, por considerarlo el mejor candidato. Refrendo esta opinión. Pero ya hablaré de sus atributos ante los miembros de la Junta Directiva. Hoy, por desgracia y con dolor, me ocuparé de la parte grosera, del lado oscuro de esta puja.

Los cambios de rector general y de rectores de las unidades de la UAM son tersos, no hay grandes movilizaciones, los procesos los conducen los nueve notables que componen la Junta Directiva. Y, una vez que hacen la designación, la persona elegida para el cargo toma posesión y casi nadie pone en duda su legitimidad. Esta tersura se debe, en parte, a una tradición de debate y de toma de decisiones académicas importantes en lo que designamos órganos colegiados (lo laboral es responsabilidad del rector general). En ellos, cada rector o director de división se esfuerza porque sus iniciativas se aprueben, no hay pase automático, todo se discute, a veces hasta en exceso. El órgano colegiado más importante es el Colegio Académico.

El Colegio también es una arena donde los dirigentes y los profesores que aspiran a posiciones de mayor relieve se dan a conocer, muestran su carácter o la falta de él, ponen en juego sus habilidades retóricas y exhiben qué tan grande es su apego a la institución, sus normas y a las reglas establecidas. Ese foro catapultó la carrera de quienes han sido rectores. Puedo asegurar, por mi experiencia, que, salvo en 1981 cuando la institución atravesó por una crisis, nadie ha llegado al puesto nada más gracias a su habilidad demostrada en la política institucional. En todos los casos, desde 1985, el perfil académico ha pesado más que cualquiera otra cualidad para designar al rector general.

Pienso que este año será similar, pero dos de los candidatos, que se ganaron el respeto de sus pares en el Colegio Académico y mostraron competencia en los puestos que han desempeñado, cometieron un pecado académico capital. En su convocatoria, la Junta Directiva solicitó, a quien quisiera contender por el puesto, presentar un documento, denominado “líneas de trabajo”, además de sus currícula vitae y una carta de aceptación.

Los doctores Adrián de Garay, ex rector de la Unidad Azcapotzalco, y Tomás Viveros, ex director de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la de Iztapalapa, a pesar de ser candidatos de peso, recurrieron al plagio para diseñar sus líneas de trabajo.

Un colega estimado hizo la tarea de revisar esos documentos. Recordó que algo de lo que leía le era muy familiar. No tuvo que hacer una labor detectivesca ni desvelarse noches enteras para encontrar la fuente a la que recurrieron los candidatos plagiarios. Adrián de Garay repite verbatim párrafos completos —o porciones de algunos otros— en 32 ocasiones del discurso de toma de posesión de Julio Rubio Oca. Tomás Viveros fue ecuménico, tomó 19 porciones de discursos de cuatro rectores: Sergio Reyes Luján, Gustavo Chapela Castañares, José Luis Gázquez Mateos y José Lema, el que está por concluir su periodo. Y, aunque hubieran dado los créditos, lo extenso de las citas en sus documentos invalida sus propuestas como propias.

Aunque apenas entablé una conversación breve con Adrián de Garay en alguna ocasión y no recuerdo nunca haber charlado con Tomás Viveros, valoraba su imagen académica, en especial la del primero de ellos, de quien he leído varias piezas. Esa concepción se ha desdibujado.

Además de esta conducta, que muestra su falta de ética académica, estos dos candidatos insultan la inteligencia colectiva de la Universidad. ¿De veras pensaron que nadie se daría cuenta de estos plagios? Lo que hicieron demuestra su falta de juicio y capacidad de conducción. Si fallan en lo elemental, fracasarán en lo esencial.

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