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sábado, 22 de noviembre de 2008

Educación y el OCE


Primera parte

Coincidiendo con los académicos del Cinvestav, para los identificados con el Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE), la educación básica no es un fracaso, lo que plantea la posibilidad de un fracaso en el futuro inmediato, según su posicionamiento documental, son las decisiones que el grupo en el poder ejecutivo está tomando, las cuales marcarán a varias generaciones de mexicanos.

Antes de comunicar la postura del OCE, me interesa destacar dos temas relacionados: la evaluación y los estándares de desempeño.

Metodológicamente la evaluación es un proceso de construcción de juicios que permiten valorar, en relación con determinados valores, un hecho, objeto o fenómeno. Los problemas inherentes a la práctica de la evaluación, radican básicamente en quién evalúa, el marco de valores con el que lo hace y para qué. A la complejidad propia de este proceso, se le agrega en el contexto del servicio público mexicano dos cuestiones: por un lado, muchos “puestos” son resultado de acuerdos o cuotas entre grupos que luchan por el poder (y que lógicamente al obtenerlo se lo “reparten”), lo cual no necesariamente coincide con el mejor perfil, este hecho implica que no se valora el desempeño del servidor público. Su permanencia no depende de resultados, sino de sus “buenas” relaciones con el que toma las decisiones, en este contexto, la evaluación encuentra imposible su florecimiento. Una segunda cuestión, es la exigencia por parte de organismos internacionales, de algunos miembros de partidos políticos, legisladores y la sociedad organizada, para que la evaluación se incorpore al servicio público, como un medio para propiciar la rendición de cuentas, lo cual abre una posibilidad de mejora continua, o lo que los teóricos del servicio público conciben como la construcción de una “burocracia efectiva”.

En cuanto a los estándares de desempeño, estos son el signo que permite ubicar en el servicio público, reglas del juego basadas en méritos y no en la vinculación con las redes del poder instituido, implica la instauración de la evaluación como una herramienta de mejora y la rendición de cuentas como política. Ahora bien, para que esto sea una realidad, es necesario que el sistema educativo nacional funcione basado en estándares, no es válido como ahora sucede con la evaluación en la educación básica, que únicamente se evalúe a una parte del sistema, los alumnos, y que con esos resultados se concluya que los maestros están mal. Es urgente evaluar a los directivos, los maestros comisionados en funciones de apoyo técnico, las autoridades educativas y las condiciones en las que se desarrollan las prácticas educativas, sus resultados, si que darían una radiografía del sistema.

En este contexto, el posicionamiento del OCE ante las tendencias actuales en la educación básica mexicana es la siguiente:
“En el marco de su IV Congreso Nacional, celebrado el 21 y 22 de mayo de 2007, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) propuso la formulación de una Norma Oficial Mexicana (NOM) relativa a la calidad educativa. …La segunda conclusión del IV Congreso -del SNTE-, relativa a la actualización del sistema educativo y la calidad de la educación, apunta hacia recomendaciones de reestructura del sistema y de cambio curricular, pero de igual forma indica que ‘no sólo basta con transformar nuestro modelo curricular; también es preciso contar con los parámetros específicos que nos permitan definir lo que será educación de calidad, o su equivalente en créditos escolares, mediante un referente universal, aplicable a toda la matrícula para cada nivel en forma clara y con criterios explícitos.´ A partir de esta enunciación, el Sindicato señala que ‘la manera que se propone para entender y mediar (sic) la pertinencia de la calidad de la educación, es construyendo una Norma Mexicana para la Calidad de la Educación (…) que funcionaría de manera autónoma al gobierno.´ …Para cualquier observador crítico de la política educativa, la actitud de complacencia de la SEP con esta propuesta del SNTE debe ser motivo de muy seria preocupación. …Los procesos objeto de normalización son: la gestión y administración de recursos educativos, el proceso de enseñanza aprendizaje, y la evaluación de los resultados del aprendizaje. …En el rubro de ‘definiciones para los efectos de esta norma´ se proporcionan las definiciones operativas de la mayoría de los términos empleados en el proceso de normalización. De los 72 términos definidos destacan sobremanera los que corresponden a “cliente”, “proveedor”, “calidad”, y “calidad educativa”, que son centrales en la operación de la norma: Cliente: Centro educativo, profesores y alumnos. Proveedor: La SEP, dentro de otras funciones sustantivas, es la encargada de abastecer y entregar a las escuelas públicas programas, contenidos didácticos, recursos humanos, económicos, materiales, servicios e información, necesarios para la educación y la relación de maestros y alumnos. Calidad: Cumplimiento de los requisitos de esta norma. Calidad educativa: Resultado del cumplimiento de objetivos, requisitos y acciones, por parte del Estado–Federación, estados, Distrito Federal y municipios-, escuelas y alumnos que, adecuadamente alineados, generan un servicio de educación medido en términos de efectividad, con los resultados individuales y sociales, previamente establecidos en los indicadores de esta norma. Dejando de lado la crítica que merece definir a los alumnos, profesores y escuelas en términos de clientelas, llama la atención y preocupa el desplazamiento de la SEP desde la posición de autoridad educativa, esto es entidad rectora de la educación, hacia la posición de proveedor de los insumos educativos.”

La próxima semana continuaremos comentando el posicionamiento del Observatorio Ciudadano de la Educación.

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