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viernes, 12 de febrero de 2010

Rutas para la insurrección

Escrito por:
Oswualdo Antonio González

Tal como quedó asentado en el artículo anterior, esta semana reflexionaremos en torno a la configuración de posibles rutas para la construcción de una sociedad civil, con capacidad para influir en la agenda gubernamental en materia educativa.

Iniciaremos esta ruta reflexiva -que abarcará varios artículos-, con la construcción de un encadenamiento de sucesos necesarios para arribar a una sociedad civil comprometida con lo educativo. Partimos del supuesto, que la participación social no aparece por decreto o con la creación de estructuras o dispositivos institucionales, es resultado del arduo trabajo de ciudadanos con visión de futuro y con información profunda de los presentes.

Así, una primera actividad, que me parece debemos incorporar a nuestras acciones cotidianas, es la construcción de una memoria colectiva de los dichos y hechos de las autoridades legalmente públicas. Esta información -desde el acontecer-, nos permitirá construir perfiles de actores clave, de tal modo que la credibilidad de un actor público, será la resultante de la distancia entre sus dichos y sus hechos. Esta acción implica, la lectura de interpretaciones de la realidad, llamadas comúnmente “opinión publicada”, el cruce de éstas con notas informativas y su contraste con los análisis académicos (en revistas especializadas o en programas de análisis), nos permitirán reconocer, como sociedad, que nada en el espacio público es casualidad, que los actores públicos diseñan estrategias y actúan en consecuencia y su éxito se basa en el desconocimiento por parte de la sociedad de sus intereses, los cuales no son visibles en los dichos, pero si en el contraste entre su decir y su hacer. Por ejemplo un diputado puede afirmar defender el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, pero cuando viene una votación sobre algún tema relacionado –por ejemplo el aborto-, penaliza la acción individual de la mujer. Entonces, si como ciudadanos no tenemos una memoria colectiva, ese diputado puede pedirnos nuevamente nuestro voto utilizando su viejo argumento, pero si estamos informados, fácilmente podemos interpelarlo y acotar su margen para disparar mentiras.

Podemos afirmar entonces, que una sociedad informada condiciona la existencia de ciertos actores públicos. Por ejemplo, Calderón -en tanto actor público- reconoce que su estrategia de combate al crimen organizado es un fracaso, que ahora si viene su “estrategia integral”, dándose baños de estadista, pero una ciudadana, una madre, le grita de frente, “quién me devolverá a mis hijos”, “no es bienvenido”, o a su operador político siendo inundado por el grito de “asesino”, disparado por la boca de estudiantes enlutados por las malas decisiones del poder ejecutivo. No valen “rollos”, cuando las consecuencias de las decisiones de las autoridades públicas es la muerte de ciudadanos, que puede ser de forma inmediata o lentamente, como la están pasando, los más de 26 millones de mexicanos en la miseria, quienes mueren un poco cada minuto, no basta una disculpa, para acabar con la incompetencia.

Ahora bien, tampoco basta la acumulación de información o de interpretaciones de los hechos, es necesario hacerlo público, difundirlo y articularlo a posicionamientos que desmonten las mentiras o las medias verdades. En este proceso es importante la utilización de las herramientas de la Web 2,0 como Facebook, Blogs y en lo general redes especializadas en determinadas parcelas de información. En la siguiente entrega abundaremos sobre este segundo eslabón, la importancia de las redes ciudadanas.

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