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viernes, 13 de marzo de 2009

Investigación V


A lo largo de los cinco artículos denominados Investigación, hemos construido argumentos que nos han permitido demostrar que es la postura y acción de los maestros y apoyos técnicos ante las realidades, lo que puede hacer la diferencia entre una educación que reproduzca las realidades no deseables, con prácticas demostradas como ineficientes a una que aspire a formar ciudadanos que no acepten como natural la pobreza, la desigualdad, la inequidad y la injusticia y, se comprometan con la mejora de los entornos natural y social.

Una educación que aspira a la transformación en lugar de la reproducción, encuentra en la investigación una de sus herramientas más importantes, ya que le permite al maestro y a los apoyos técnicos estar en constante actualización, incorporando de manera crítica los avances de la ciencia, la tecnología y la técnica en sus prácticas cotidianas. También le ayuda a reconocer en los “otros” un potencial de conocimientos, el cual se materializa en la construcción de redes que dialogan con las políticas educativas para adoptarlas, adaptarlas y transformarlas.

Desarrollemos un ejemplo de cómo la investigación puede ser una herramienta para dialogar con las realidades; el caso seleccionado es el de las Reformas educativas. En México, el factor que explica la génesis de las Reformas es el político-económico. Es decir la justificación de estos movimientos institucionales se encuentra en los intereses de los grupos en el poder instituido, no existe una racionalidad que valore las ventajas del modelo educativo vigente, mediante el cual se demuestre el agotamiento de sus supuestos teóricos y metodológicos. Tampoco existe un análisis social o desde el gremio, de las nuevas propuestas curriculares mundiales, lo que se traduciría en una adaptación crítica y contextualizada, lo que existe son acuerdos de los grupos en el poder público y privado que se informan e imponen mediante la propaganda.

El actual enfoque curricular centrado en el desarrollo de competencias, por ejemplo, desconoce los avances obtenidos con el constructivismo, prueba de ello es que sin mediar evaluación alguna, plantea un giro hacia metodologías ya probadas como ineficaces y que son disfrazadas de novedosas y englobadas en términos que no dicen nada de su contenido, por ejemplo mediante la propaganda se ha dicho que la “competencia” es una acción situada que combina conocimientos, habilidades y actitudes (valores), pero no se ha dicho nada de cuales son las bases filosóficas de esta perspectiva. No se ha hecho público que el modelo educativo por competencias sienta sus bases en el marco teórico elaborado en la Convención de la Asociación Norteamericana de Psicología, celebrada en 1948 en Boston, Estados Unidos y en la cual se formuló la Taxonomía de dominios de aprendizaje, mejor conocida como la Taxonomía de Bloom, debido a que fue este Doctor en Educación por la Universidad de Chicago, quien coordinó el grupo de trabajo. La citada Taxonomía plantea seis niveles de habilidades de pensamiento: Conocimiento, Comprensión, Aplicación, Análisis, Síntesis y Evaluación. Operativamente cada una de estas habilidades se traduce en Objetivos de Aprendizaje y permiten bosquejar lo que se denominan aprendizajes esperados.

Cerramos este ciclo de textos sobre la investigación, puntualizando que la mejor estrategia colectiva que podemos utilizar en este momento de cambio en el modelo educativo es: primero, desmontar la propuesta de las autoridades federales, reconociendo sus motivaciones políticas y económicas; segundo, construir la genealogía de la propuesta pedagógica; tercero, buscar desde la práctica posibles líneas de continuidad y ruptura entre los modelos y, cuarto, jugar con las nuevas reglas del juego oficial pero sin perder de vista que el objetivo final de la educación básica pública, es formar ciudadanos que no acepten como natural la pobreza, la desigualdad, la inequidad y la injusticia y, se comprometan con la mejora de los entornos natural y social.

1 comentario:

  1. Puede ser que los maestros muchas veces no nos interesamos mucho por los sustentos teóricos de un enfoque u otro en el currículum nacional, reconozco que esta es una de las situaciones que no nos ha permitido construir saberes fundados desde las aulas, que es uno más de los motivos por lo que nuestros saberes no son valorados.
    Acepto que el no saber aprovechar teorías sobre el andamiaje, la zona de desarrollo próximo, inteligencias múltiples, por ejemplo, el irnos guiando por latidas, cuando tenemos encima el compromiso de avanzar con los alumnos en cada ciclo escolar, cuando reconocemos sus necesidades de aprendizaje y no sabemos cómo hacer para que ellos también las reconozcan.
    Teniendo infinidad de materiales a nuestro alcance y la oportunidad de compartir experiencias con otros docentes comprometidos con la transformación de las realidades sociales, nos está llevando a no poder controlar el barco, a saber que sin tener muy claro el rumbo, porque es probable que no nos hayamos dado la oportunidad de leer realmente el programa sectorial, de leer realidades “vivas” y desencontrar lo que algunos creen encontrar, sin dejar de lado la certeza que los cambios responden a exigencias político-económicas.
    Cuando usted propone seguir las reglas del juego, siento que así ha sido pero no de forma consciente, (la vocación es otro asunto), considero que los anteriores párrafos son una muestra de la falta de competencias profesionales, Perrenoud no se las saca de manga, son exigencias sociales, políticas y económicas, son lecturas de las realidades en el mundo.
    Personalmente, no considero que el constructivismo se haya acabado, siento que a los alumnos se les permite construir conocimientos, construir nociones, construir reglas, veo que la reforma lo permite, lo impulsa, un manera es a través de los proyectos didácticos. Donde sí creo que podamos fallar es en creer que los alumnos deben demostrar en cierto momento específico determinado por las autoridades (enlace), que tienen esos conocimientos y que son capaces de movilizarlos.
    Yo no sé jugar ajedrez, y no por eso me siento incompetente, hay situaciones en las que por supuesto, llego a sentirme así, sobre todo cuando se trata de actuar no afectando a otros o afectando a los menos. Así que no se trata de ver quién es mejor resolviendo exámenes, sean de docentes o de alumnos, sino de ver quiénes somos capaces de con lo poco que hemos construido, apoyar a otros, ese es realmente el apoyo entre pares, y sentirse a gusto, que no es conductismo. Aunque se trate de conductas, pero no son condicionadas, son de actitud, de libertad (no omnipotencia).
    Si las competencias implican esa puesta en marcha de experiencias, saberes de todas las áreas, actitudes, en una situación problema, no veo la pelea con la generalización de los conocimientos, con la polarización, que es parte de las teorías que apoyan el constructivismo. El alumno o el docente no tienen que demostrarle nada a nadie, las competencias implican demostrarse a sí mismo, reconociendo su capacidad de resolver situaciones, que tienen solución, y ésta política, incluidas las condiciones de trabajo de cada docente, no son problemas que se puedan solucionar en este momento (reconocerlo también implica una competencia), hay que hacerles frente, bien como usted propone, si perder de vista los objetivos de la educación básica.
    Y es donde creo que nos podemos perder, que los maestros podemos quedarnos en que somos instrumentos y juguetes en manos de quienes detentan poderes. Eso es lo que pasa cuando premiamos a los primeros lugares, cuando mencionamos a los que sobresalen, cuando olvidamos que son los procesos (porque el aprendizaje es un proceso), los que cuentan.
    Formar ciudadanos, eso nos incluye, nuestras competencias ciudadanas se han quedado sin desarrollarse; así como en salón señalamos al jefe de grupo, los alumnos lo señalan como el único responsable, así como a una sociedad de padres de familia solo la proponen y luego la dejan sola y le exigen, así pasa con nosotros como docentes, votamos, o peor, no votamos, y dejamos solo a los gobiernos, a nuestras autoridades educativas.
    Sí, esa participación, como procedimiento de la democracia, no la estamos construyendo desde las aulas. Necesitamos leer más, y necesitamos que nos enseñen a darnos oportunidades, para saber ofrecer oportunidades en el aula. Es ahí donde las competencias son imprescindibles, para tomar decisiones, para actuar, para decidir y no encargar, para sumir que mis actos tienen consecuencias y asumo la responsabilidad, pero de manera consciente.
    Yo digo que somos muchos los que lo sentimos así, pero cómo contagiamos a los demás, cómo les decimos que no hacemos mal las tareas, pero que las podemos hacer mejor. Por favor, son solo uno comentarios. Disfruten viendo caritas felices cuando encuentran procedimientos eficaces. Sonrían cuando escuchen un optimista “¡Ya sé!”. Clara.

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