Normalistas

Escrito por:
Oswualdo Antonio González

En respuesta a los correos electrónicos que amablemente nos enviaron algunos lectores de esta columna, en este artículo plantearemos un posicionamiento en relación con las acciones que están emprendiendo alumnos de escuelas normales públicas.

La toma de las instalaciones de las escuelas normales públicas en el Estado de Veracruz, por parte de los alumnos, es la configuración de un problema público, que de no atenderse con inteligencia política, puede detonar un polo que aglutine otras expresiones de inconformidad, que hasta este momento se mueven como evidencias aisladas. En una rápida mirada, observamos cuestiones como el intento por aumentar el costo del transporte público, junto con la tendencia a no respetar el descuento a los estudiantes, la inseguridad creciente en las colonias, los femenicidios, el intento por aprobar en la Cámara de diputados una ley contra el aborto (que implica una regresión, en relación con el derecho a la libertad de decidir), la situación de la Universidad Pedagógica Veracruzana, por mencionar algunos hechos estatales, que se mezclan peligrosamente con cuestiones nacionales, como el aumento en los impuestos, la agresión hacia Luz y Fuerza, el planteamiento de la posibilidad de toma de justicia por propia mano, la retirada gradual de Calderón de su política de combate al crimen organizado y el aumento ofensivo de la pobreza extrema, que crea las condiciones para una explosión social en contra de la clase política gobernante, independientemente del color que representen.

La existencia de las normales se justifica históricamente, por la obligatoriedad del Estado a proporcionar educación básica, constituyéndose estas instituciones en el instrumento de la administración pública para formar a los recursos humanos que harían posible esta encomienda. Esta dinámica se rompe por un Acuerdo cupular entre el gobierno de Calderón con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que implica, para el caso de las Normales, el abandono de la obligatoriedad del Estado para formar a los maestros de educación básica y se instala en la tendencia de dejar a las fuerzas del mercado (instituciones privadas) esta función.

El calculo del gobierno federal, se movió en un escenario donde supuso que con la fuerza del SNTE bastaba para echar adelante una reforma que trastocaba los pilares que sostenían la educación básica en México. Por ello no se optó por la construcción de una agenda, sino por la comunicación pública de una decisión, producto de un acuerdo entre aliados electorales. Algunas entidades no suscribieron dicha Alianza, presionados por una creciente movilización social y otros lo firmaron por cálculos político-electorales. En Veracruz, hubo brotes tibios de inconformidad que no se tradujeron en nada concreto, ya que en realidad no existió un programa de acciones, ni de metas, al final sólo quedaron los desplegados y las mantas, pero ningún compromiso real con la defensa de la educación pública y el normalismo.

Por ello, el movimiento estudiantil se observa como la oportunidad para retomar esta defensa, ya que toman una estafeta que no pudieron defender los sindicatos independientes o los académicos de estas instituciones. Este movimiento inicia con acciones aisladas como la de los estudiantes de Tantoyuca, quienes tomaron sus instalaciones, sin que pasará nada, posteriormente trajeron su inconformidad a la capital del estado y ahora se ha configurado un tejido que retoma la posibilidad de una red entre estudiantes, de tal forma que se den luchas comunes y se enfrenten así las amenazas de represión. Este tejido les permitirá, igualmente, colocarse en una mejor posición en la mesa de negociación.

Sin duda el reto es de grandes dimensiones para los estudiantes, del cual saldrán airosos, sólo si se toman el tiempo para diseñar un programa con metas muy puntuales, de tal forma que no sólo negocien lo coyuntural sino también lo trascendente. En este proceso deberán tejer alianzas con sectores académicos y sociales de tal forma que las autoridades no caigan en la tentación de conceder, como estrategia, para posteriormente romper los tejidos que unen este movimiento. Es el momento de sumarse, pero respetando el liderazgo de este movimiento. Reciban la solidaridad de este espacio y de un normalista más.