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sábado, 12 de septiembre de 2009

El rol del docente en el aula

Por: Julieta Hernández Dorantes.

Hablar del papel del docente en el aula es tan complejo como interesante, aún cuando a la fecha va teniendo una imagen social en constante detrimento, siendo blanco de constantes ataques y críticas por su desempeño hacia el logro de una “educación de calidad”, valorada a través de pruebas Enlace a nivel nacional o PISA de forma internacional, cuyo énfasis está basado en los resultados y la rendición de cuentas del servicio público educativo. Dicho de paso, estas pruebas no corresponden al contexto sociocultural de los alumnos, lo que nos lleva a la revisión y valoración del rol docente, desde una perspectiva más humanista y hasta cierto punto idealista, como facilitador, orientador y guía de aprendizajes, que crea las posibilidades de reflexión, producción, deconstrucción y construcción de conocimientos en el estudiante.

Dentro de las propuestas de ser docente se menciona que debe aprender a debatir con los alumnos en lugar de imponer; intercambiar ideas a través del diálogo, bajo una inmersión crítica de la realidad; aprendiendo en colectivo con ellos, evitando así una educación bancaria y sin sentido, haciendo una remembranza de la propuesta del gran pedagogo que fue Paulo Freire (1997, p.8); dar la oportunidad de participar activamente en su medio, en concordancia con el manejo del conocimiento para una mejor comprensión de su contexto sociocultural.

De esta manera hacemos mención a la perspectiva de alumno como sujeto activo y dinámico, con la capacidad de transformar al mundo, formarse una concepción del mismo y estar en interacción con él. En cual el docente conduce al alumno como el protagonista del proceso formativo, al ser el responsable último de su proceso de aprendizaje, quien construye el conocimiento, asignando un significado a lo que aprende, de acuerdo a un andamiaje previo de conocimientos, una historia de vida y la sociabilización del conocimiento que resulta del intercambio, colaboración con otros. El docente valora cuál es la mejor vía de aproximación a la información, cómo abordar nuevos conocimientos en las circunstancias presentes (para lo que deberá poseer diversas alternativas de aproximación). Siendo capaz de seleccionar las estrategias metodológicas adecuadas y los recursos que mayor impacto puedan tener como facilitadores del aprendizaje. Como vemos, es una tarea titánica, nada fácil, más si se agregan las condiciones precarias de nuestras escuelas, la ausencia de una capacitación formal que cubra las necesidades reales de formación de los docentes.

Razón por la que tiene que incorporar en su trabajo nuevas formas para acercarse al conocimiento desde otra óptica; si no, seguirá siendo rebasado por los avances tecnológicos como la internet, ya que cada vez son más los conocimientos disponibles en la red sobre ciencia y tecnología, acelerando más el proceso de ampliación, actualización y obsolescencia de los conocimientos.

De esta forma, con la generalización de las tecnologías de la información y la comunicación, se ha cambiado de forma sustantiva el acceso a los conocimientos, lo que trae consigo el cambio del propio rol y tareas del profesor; lo que plantea, la exigencia de una profesionalización de la práctica docente y la definición de criterios encaminados a nuevas políticas de formación.

La propuesta de profesionalización del docente debe ir más allá, para lograr recrear aprendizajes en los estudiantes que se orienten a la búsqueda e indagación de conocimientos, despertar la curiosidad y capacidad de asombro del mismo profesor, de tal forma que logre la reinvención del conocimiento de sus alumnos a través de su práctica docente, acordes a una sociedad cada vez más globalizada.

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